La verdad es que es la primera vez que leo este libro. He leído unos cuantos libros de la misma autora pero este no. EL libro trata da consejos importantes sobre el servicio de la mayordomía cristiana, para los que Somos mayordomos de Dios, (lo digo de alguna manera) quien nos ha confiado tiempo y oportunidades, capacidades y posesiones, y las bendiciones de la tierra y sus recursos. Somos responsables ante él de su uso correcto. Reconocemos que Dios es el dueño, al rendir fiel servicio tanto a él como a nuestros semejantes, y al devolver los diezmos y dar ofrendas para la proclamación de su Evangelio y el apoyo y crecimiento de su iglesia. La mayordomía es un privilegio que Dios nos concede para ayudarnos a crecer en amor y a obtener la victoria sobre el egoísmo y la codicia. El mayordomo se regocija en las bendiciones que otros reciben como resultado de su fidelidad.
De entre lo que mas impactó lo escrito en este libro es entre otras frases como esta:
El primer deber hacia Dios
Algunos piensan que tienen obligaciones inviolables hacia sus hijos. Deben dar a cada uno su parte, pero se sienten incapaces de reunir recursos para ayudar la causa de Dios. Presentan como excusa que tienen un deber hacia sus hijos. Esto puede ser así, pero su primer deber se refiere a Dios. . . Más que cualquier otra cosa, la vida cristiana significa la entrega de nosotros mismos y la aceptación de Cristo. Cuando vemos cómo Jesús se entregó así mismo por nosotros, clamamos: “¿Qué puedo hacer yo por ti?”
Alguien una vez (una persona muy sabia) me habló sobre la caridad y me refirió que la caridad tiene 3 niveles y estos son:
- la caridad de dar algo a quien lo necesite
- la caridad de darte un tiempo para algo, y luego la mas importante y valedera;
- la caridad por dar la vida sin esperar recompensa alguna, por el servicio a los demás.
¿Y que tiene que ver con esto, se preguntará?
Una vez que entregamos todo lo que somos y lo que tenemos a Dios, a quien todo le pertenece de todos modos (1 Corintios 3:21-4:2) él lo acepta, pero luego nos lo vuelve a entregar, haciéndonos mayordomos o cuidadores de todo lo que poseemos.
La mayordomía refiere que los diezmos atrasados son propiedad de Dios
En si para alguien que no conoce lo que Dios nos pide, talvez hasta sea inclusive hasta chocante darle a “un grupo de hombres” (entiéndase administradores de la Iglesia) lo que te costo “tu esfuerzo”. He incluso usamos la lógica humana si tengo 100 y no me alcanzan, viene Dios y nos dice yo se como te alcanzara ye incluso sobrara. Y el nos pide 10, allí entra la lógica humana, “si 100 no me alcanzaron, mucho menos me alcanzara 90”. Es allí cuando nuestra lógica nos dice “quédate con todo”. Olvidamos que Dios esta por detrás de esos 90, y si Dios dice que nos alcanzara así será.
El argumento del libro, de la hermana Elena G. de White si lo quisiéramos resumir, es que Dios es el dueño de absolutamente todas las cosas de este mundo, “…el oro y la plata míos son” dice, es mas nosotros mismos le pertenecemos, pues fuimos comprados con su sangre en la cruz del calvario. Y como Dios es dueño de todo, nosotros solo estamos como mayordomos de lo que le pertenece y el nos exhorta a administrarlo correctamente, con fidelidad, con responsabilidad, con amor, hacia Dios y hacia el prójimo y para comprenderlo mejor seria mejor leer y comprender el evangelio en la parábola de los talentos:
Un hombre rico que emprendía un largo viaje reunió a sus tres sirvientes. Les informó que cuidarían de su propiedad durante su ausencia. El amo detenidamente juzgó las habilidades naturales de cada sirviente. Le dio cinco talentos a un criado, dos a otro y uno al tercero, a cada quien según su habilidad. Luego el señor partió en su viaje. Los sirvientes se enfrentaron al abierto mundo de la empresarialidad y la inversión. El que había recibido cinco talentos hizo negocios y ganó otros cinco. El criado que recibió dos, ganó dos más. Pero el sirviente que había recibido uno escondió la propiedad de su amo dentro de un hoyo en el suelo.
El señor regresó y les pidió cuentas. El sirviente que había recibido los cinco talentos se adelantó diciendo: "¡Señor, me confiaste cinco talentos; mira, aquí tienes otros cinco que he ganado!""¡Bien, criado bueno y fiel!," respondió el amo, "Has sido fiel en lo poco, te confiaré lo mucho. ¡Entra en el gozo de tu Señor!"
Entonces el criado que había recibido dos talentos se acercó al amo. "¡Mi Señor," le dijo, "tú me confiaste dos talentos, mira, he ganado otros dos!" El amo halagó al sirviente en forma similar.
Entonces el que había recibido un talento se acercó. "Señor, sé que eres duro, que cosechas donde no has sembrado y recoges donde no has esparcido. Tuve miedo, fui y escondí tu talento en la tierra. Aquí tienes lo que es tuyo."
La respuesta del amo fue pronta y severa: "¡Siervo malo y holgazán! Sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido. Debiste, por tanto, entregar mi dinero a los banqueros para que, al volver yo, retirase lo mío con intereses."
El Evangelio de Mateo Cáp. 25: 14-30 nos explica como demostramos esa fidelidad con el ser que nos creó, poniéndolo a él por sobre todas las cosas materiales que podamos tener e incluso por encima de nuestros seres amados. Y nos va explicando porque debemos ser fieles con Dios, para que es usado ese dinero devuelto, a donde debemos llevarlo, etc; todo sustentado en la palabra de Dios, la Biblia.
La Parábola de los Talentos implica que la inactividad o el desperdicio del talento empresarial atraen la cólera de Dios. Después de todo, el sirviente desdichado no ha desperdiciado el dinero del amo; simplemente lo escondió en la tierra, algo que era permitido en la ley rabínica. La rapidez de la reacción del amo es sorprendente. Lo llama "malo y holgazán" y lo exilia para siempre. Aparentemente no es sólo la holgazanería del sirviente la que ocasiona tal cólera en su contra. Tampoco muestra contrición, y culpa al amo por su timidez. Su excusa por no invertir el dinero es que estimó que el amo era duro y exigente, a pesar de que recibió generosos recursos de él. El académico de la Biblia, John Meir, comenta: "Por temor al fracaso, el rehúsa aún tratar de tener éxito."
Esta parábola también nos dice algo respecto a la macroeconomía. El amo se fue de viaje dejando atrás un total de ocho talentos; a su regreso se ha convertido en quince. La parábola no es la historia de una ganancia de suma cero. La ganancia de una persona no fue a expensas de otra. La exitosa comercialización del primer sirviente no interfiere con los prospectos del tercer criado. Esto es verdad también en la economía de hoy. A diferencia de lo que tan seguido se predica desde el púlpito, el éxito de los ricos hoy día no se genera a expensas de los pobres.
El amo no habría halagado al sirviente más exitoso si al hacerse rico les hubiera hecho daño a otros. Un sabio uso de los recursos en la inversión y en el ahorro con interés no es únicamente correcto desde el punto de vista individual; ayuda a otros en la economía también. Una marea alta eleva todos los barcos, como decía John Kennedy. En forma similar, la riqueza del mundo desarrollado no descansa sobre los hombros de las naciones en vías de desarrollo.
Una vez que entregamos todo lo que somos y lo que tenemos a Dios, a quien todo le pertenece de todos modos (1 Corintios 3:21-4:2) él lo acepta, pero luego nos lo vuelve a entregar, haciéndonos mayordomos o cuidadores de todo lo que poseemos. Entonces, nuestra tendencia a vivir vidas confortables y egoístas se ve quebrantada al darnos cuenta de que nuestro Señor fue necesitado, aprisionado y extranjero. Y su perdurable mandato: “Por tanto id, y haced discípulos a todas las naciones” hace que las actividades de la iglesia -compartir, enseñar, predicar, bautizar- sean más preciosas para nosotros. Por causa suya procuramos ser mayordomos fieles. No es malos hacer riquezas, pero estas se hagan a base de nuestro esfuerzo y sin olvidar de retribuir este tipo de bendiciones que vienen de lo más alto, o sea, no te olvides el pedazo de torta que es para Dios, quien debería ser nuestro socio siempre.
¿Por qué son Importantes las ofrendas?
La mayordomía cristiana y las ofrendas cristianas trabajan conjuntamente. La generosidad es una de las principales maneras en las que los cristianos evidencian el fruto del Espíritu trabajando en sus vidas. Pero un cristiano comprometido a dar lo más posible para la obra de Dios, tan pronto como sea posible, enfrenta un gran reto como mayordomo de los recursos de Dios. Con una multitud de ministerios cristianos que necesitan ayuda, ¿cómo selecciona uno los ministerios a patrocinar a fin de utilizar más efectivamente los recursos de Dios?
¿Cómo es que podemos medir el Éxito?
La mayordomía cristiana requiere algún tipo de medición del éxito. Al vivir en una sociedad que valora resultados, la mayoría de nosotros nos inclinamos a apoyar ministerios que dan buenos resultados, tangibles y visibles. Ya sea que esos resultados estén medidos en términos de cuántas personas hayan hecho profesión de fe, cuántas Biblias fueron distribuidas, cuántos fueron alimentados, cuántos estudiantes fueron educados o alguna otra medición relevante para un ministerio en particular, ellos son el estándar principal por el cual la mayoría de la gente juzga a un ministerio. Mientras mejores sean los resultados demostrados por los ministerios que hemos apoyado, más seguros nos sentimos de haber ejercitado sabiamente nuestras responsabilidades de mayordomía. Hasta el enfoque que muchos de nosotros ponemos en la eficiencia financiera, evaluando criterios tales como la partida presupuestaria dedicada a la recolección de fondos y a los gastos administrativos de un ministerio, es generalmente un enfoque en los resultados, ya que un ministerio financieramente más eficiente, debe producir mejores resultados por cada dólar contribuido, que un ministerio financieramente menos eficiente.
En lo personal, no practico el tema de los diezmos, pero considero que hay otras formas por las cuales se pueden ofrendar o ayudar a las personas necesitadas, así como al sostenimiento de la Iglesia, estas personas que trabajan incansablemente al servicio de Dios y al prójimo, gente como decía este sabio entregan su vida por puro amor, convicción y fe. Le pongo mas énfasis a la ofrendas que al Diezmo, supongo que por un tema de fe debo realizar mayores acciones de caridad, es como decir que la fe sin obras no vales Pero aparte de dar ofrendas a Dios, siendo lo ideal una ofrenda similar al diezmo (entiéndase en valor), cosa que si pocos cristianos hacemos. Así mismo dice que todas las veces que no le dimos al Señor lo que le correspondía, es decir un diezmo completo, el Señor no lo toma como olvidado sino espera que tú te pongas a cuentas con El, haciendo un calculo en cuanto no le fuimos fieles y aun cuando halla pasado mucho tiempo debemos devolvérselo. "Mas el generoso piensa en cosas generosas, y él por cosas generosas será hecho estable" (Isaías 32: 8, VM).
Y es que en el plan de salvación, la sabiduría divina estableció la ley de la acción y de la reacción; de ello resulta que la obra de beneficencia, en todos sus ramos, es doblemente bendecida. El que ayuda a los menesterosos es una bendición para ellos y él mismo recibe una bendición mayor aún.
Conclusión
“Un mayordomo tiene que rendir cuentas a su amo de cualquier clase de bienes que le haya confiado, y sabe que debe dar cuenta de su mayordomía. Cuando los miembros de la iglesia cooperan con sus dirigentes instituidos, hacen mucho más fácil que los líderes rindan una fiel cuenta de su respectiva mayordomía".
El ejercicio de una buena administración de la mayordomía cristiana es el resultado de entender esta frase que lo dice Jesucristo “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que de Dios”.